viernes, 31 de diciembre de 2010

Smiles.

I found my life's purpose: to make you smile.

domingo, 26 de diciembre de 2010

Myself.

Honor: Choices that you make, reflect of whom you truly are.
Courage: Rise above the masses, live your life complete and strong.
Compassion: Is the power that must be used for the good of all.
Loyal; To the ones in my care, standing true for what the cause.

My soul has been searching, longing for something.
I see my true self and I have learned well.

Honesty: There are no shades of grey, only truth as it can be.
Sincere: Don't need to give my word, to speak of such, is the same thing.
Courtesy: There's no need to prove strength, even respect your enemies.
Values: This is the code I feel, emotions without words, can speak.

My soul has been searching, longing for something
I see my true self and I have learned well
My true self

Insight, intelligence, integrity, the honor that is in my soul.




(La versión con Renji era mucho más elegante... pero fue eliminada de YouTube.)

martes, 21 de diciembre de 2010

Paranoia.

Acabo de autodiagnosticármela. Las razones están en la entrada de hace unos minutos.

Pawn.

Soy un tipo ambicioso. Sí, me temo que lo soy. Vale, vale, podreis decir "Si fueras realmente ambicioso habrías cogido las prácticas en Londres, o estarías preparando los papeles para ir de asistente de conversación al extranjero... o simplemente habrías hecho una carrera con un poco más de prestigio, y no Magisterio). No es ese tipo de ambición. No es que aspire a ser un tipo de prestigio reconocido a gran escala. Simplemente aspiro a ser importante para la gente que me importa. Pero cuando digo "importante", quiero decir "realmente importante". No me conformo con el peón. Quiero ser el rey.
En el ajedrez hay 18 piezas. Bien, digamos que en los círculos en los que me muevo hay también unas 18 personas (persona arriba, persona abajo) a las que puedo llamar amigos. Sí, soy consciente de que Tuenti dice que son 34, pero si nos ponemos a quitar a los de clase o a la gente que está por compromiso más que por otra cosa, con la que no hablo apenas... de los 20 no pasamos...Es evidente que no todas las piezas tienen la misma importancia, y ahí llega lo raro de mi ajedrez: que solo tiene 3 tipos de piezas. Reyes, alfiles y peones. Del orden de 4 reyes... 2 si nos ponemos estrictos, pero dejémoslo en 4. Del orden de 4 alfiles... tal vez alguno más. Y del orden de 8 a 10 peones, según nos pongamos de exigentes. Sin ningún tipo de menosprecio a los peones, que también son gente estupenda. La clasificación está en función del grado de vinculación con la persona. No se puede entrar siendo un rey o un alfil (tiendo a llamar obispos a los alfiles... influencia del ajedrez del Cid y del "bishop" que se usa en Inglés, supongo), son posiciones que se ganan con el tiempo y el esfuerzo... o eso creo... o eso quiero creer.
¿El problema? Quiero ser un rey para los reyes, y no menos de un alfil para los alfiles. Y quiero que los peones asciendan de rango para ser el alfil de más personas. Y quiero que los alfiles asciendan de rango para poder ser el rey de más personas. La cuestión es que no todo el mundo tiene un ajedrez como el mío. Hay gente con ajedreces de decenas de personas más que yo. Y la mayoría de la gente no tiene mas que un rey, y evidentemente, no es un puesto que van a darme a mí. Pero yo lo quiero, porque creo que me lo merezco. Claro, yo me digo: "Leches, si siempre estoy ahí, preguntando que tal van las cosas, preocupándome por los demás, ayudando siempre que puedo... ¿y luego no se me recompensa con una posición acorde a mis esfuerzos? No me parece justo". Y esto con mis reyes... pero también con mis alfiles.
Y sí, soy consciente de que el símil no es precisamente acertado: las personas no son piezas de juego de las que se pueda prescindir. Lo que busco, esencialmente es establecer una similitud solo con la jerarquía y las proporciones de cada grupo, no hacer un paralelismo con otros aspectos.
Pero volvamos otra vez al tema... realmente me hunde no ser alguien importante para los que me importan. Que leches... no nos engañemos, sé que lo digo por una sola persona. En el fondo... creo que los demás me colocan en una posición similar a aquella en la que los tengo yo a ellos. Nee-san... ¿tú sabes por dónde voy, verdad? *Sigh* *Sonrisa amarga*
Arhhhhhhhhhhhhhhhhhhh...

domingo, 19 de diciembre de 2010

Knight.

Un caballero, al más puro estilo medieval de la palabra. De esos que entregan sus fuerzas, su cuerpo, su vida y su alma a una causa noble. Una causa que puede ser más o menos terrenal o espiritual o terrenal.

Está el caballero que lucha por su princesa y la defiende hasta su último hálito de vida.

Está el caballero que lucha por el Señor, para proteger a los fieles de quellos los amenazan.

Está el caballero que lucha por desfacer entuertos, al estilo quijotesco.

Debe ser elegante tener una causa por la que estar dispuesto a morir.



"Your highness, you must survive. Go now, my lady, because I am the knight you chose to champion you. Therefore, I must be the one who stays and fights, Cornellia-sama."

"This I order you, my knight: come back alive."

"Yes, your highness"


lunes, 13 de diciembre de 2010

Battle.

-Lucharé por lo que es justo. Lucharé por lo que es correcto.

-¿Qué es justo? ¿Qué es correcto?

-Justo es lo que no hace daño a nadie. Correcto es lo que hace bien a todos.

-¿Cómo puedo estar seguro de que lo que yo considero justo y correcto lo es?

-Confiaré en mi criterio, tras haberlo meditado mucho.

-¿Y si aun así, pasas algo por alto?

-Para eso están los demás, para señarlar lo que no sea correcto o justo a su parecer, y que así, yo pueda valorar si realmente están en lo cierto y así modificar mi postura.

-¿Y si no coincidís?

-Entonces aplicaré mi criterio, respetando el de los demás hasta las últimas consecuencias.

-Pero si hay respeto ¿Dónde está tu lucha?

-Yo platearé mis argumentos y formas de ver las cosas a los demás también, para hacerles pensar si realmente están en lo cierto y así modificar su postura.

-Eso es diálogo. Sigo sin ver la lucha.

-Digamos que hay cosas que son objetivas. Dos y dos son cuatro. Cuando me dicen que es cinco, lucho. És una lucha justa, porque lo hago para evitar que el error de esa persona se extienda. Es una lucha correcta, porque busco hacer que dicha persona vea la realidad.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Fail.

Trato de hacer las cosas lo mejor que puedo, pero no siempre es suficiente.
Me esfuerzo por llevar la alegría a los que están a mi alrededor, pero creo que no lo consigo. Al menos no en la medida que me gustaría.
Y es bastante frustrante ver como uno se esfuerza por hacer algo perfecto y, aun así, que no salga bien, o que no sea valorado.
Valorado... No es una queja, técnicamente. No, porque no se puede valorar lo que no se ve. Las intenciones no se ven, y no siempre es fácil reconocerlas. Y luego está el hecho de que me guste guardar mis intenciones para mí mismo. No es que siempre lo consiga, porque a veces, las expreso para poder buscar ese reconocimiento que tanto me gusta.
Supongo que eso es bastante egoista por mi parte.
Siempre tiendo a ver las cosas como si fueran los demás los que fallan... pero tal vez solo sea que mis gafas están sucias. Tal vez no solo las gafas, sino todo mi ser.
Seguramente los fallos los tenga yo. No es justo culpar a los demás por que sea incapaz de mantener una conversación normal, o interesante, o divertida, o reveladora, o reconfortante. Nadie excepto yo tiene la culpa de mi incompetencia social.
¿Social? Juy, si mi incompetencia fuera solo social.
Supongo que me queda mucho por aprender. Este anciano lleva mucho tiempo metido en su torre, enfrascado en sus grimorios, en sus conjuros, en sí mismo. Y tal vez necesite un par (o una docena) de tutores que me enseñen las normas y convenciones sociales, igual que se hace con los que tienen Síndrome de Asperger y no pueden empatizar.
Aunque supongo que tendría que poneros un sueldo para ello... *Sigh*

lunes, 6 de diciembre de 2010

Likes.

Me gusta...

Me gusta peinarme, y que el pelo me quede liso, u ondulado, pero que siga un patrón uniforme. Me gusta peinarme y que el pelo esté perfectamente desenrredado. Detesto cuando me doy tirones fuertes al peinarme.

Me gusta dormir. Me encanta estar en la cama, al calorcito. Me deleito al dejar volar mi imaginación cuando estoy a punto de dormirme, o nada más despertarme, y ver lo genial que es todo en mi mente. Por el contrario, no me gusta en abosuluto cuando me voy a la cama y no puedo encontrar la postura para dormir, porque estoy nervioso a causa de un exámen, o de que algo ha salido mal.

Me gusta aprender. Disfruto adquiriendo nuevos conocimientos, por inútiles que sean. Me encanta aprender cosas y entenderlas, y luego demostrarme que lo sé y lo comprendo. Me gusta poder demostrar mis conocimientos delante de los demás, por ayudalos o solo por añadir algo interesante a la conversación. Detesto que evaluen mi conocimiento, con exámenes y pruebas que no necesariamente evalúan todo lo que sé.

Me gusta ver películas. Disfruto con casi todas, al menos si se dan ciertas circunstancias. Adoro las comedias, porque me hacen sonreir. Tambíen las películas para niños, porque están cargadas de valores. Disfruto con las más profundas, y con aquellas que me hacen llorar. Incluso con las románticas. Pero por el contrario, no me gusta demasiado el género de terror, porque no le veo sentido a sufrir angustia por algo que no es cierto, y considero que las películas son para disfrutarlas.

Me gusta pasar tiempo con mis amigos. Me encanta que me pregunten que tal me va todo, y preguntarles yo a ellos. Que se preocupen por mí y preocuparme por ellos, y si puedo, ayudarlos. Me gusta que me llamen y me pregunten si puedo quedar. Pero detesto que no me llamen, porque siempre que llamo yo, tengo la impresión de que interrumpo, o soy inoportuno, o que tal vez en ese momento querían que no estuviera, porque prefieren estar a solas.

Me gustan los abrazos. Prefiero un abrazo antes que me den un beso en la mejilla o que me den la mano, al menos cuando hay suficiente confianza. O en el caso de las buenas amigas, un beso y un abrazo, siempre me sube el ánimo. Me gusta que mis amigos me pongan la mano en el hombro para decirme que están a mi lado y que me dan su fuerza.

Me gusta el rol. Me encanta el rol. Adoro el rol. Vivo el rol en todas sus variantes y fases. Me encanta diseñar sistemas nuevos, modificar los existentes y jugar a los que ya han sido inventados. Me encanta hacer el tonto y que los demás lo hagan, pero también disfruto con una partida seria en la que todos nos comportamos. Me incomoda cuando alguien no acepta el estilo de juego de otro, bien por formalidad o por falta de seriedad, porque creo que cada uno debe interpretar como su sentir le indique. Me gusta el rol porque es un arte. Es como ser actor, pero entre amigos. No tolero falta de profesionalidad por parte de los jugadores, pues considero que es algo que aunque se juegue de modo informal y poco serio, hay que tener la seriedad suficiente como para transmitir interés por el juego, ya que el master gasta su valioso tiempo en prepararlo.

Me gusta corregir a los demás. ¿Es un defecto o un mérito? No lo sé, pero me encanta. Disfruto cuando me sacan errores a mí también. Sin embargo, me molesta que expresen mis fallos de forma pública, aunque trato de encajarlo lo mejor posible, ya que yo también corrigo de forma pública.

Me gusta contar el dinero que tengo. Me gusta ahorrar y no gastar, con miras en unas vacas flacas que tal vez nunca vendrán. Detesto tener que gastar más dinero de lo que tengo planeado, especialmente si lo gasto en mí mismo.

Me gusta creer en Dios. Me gusta hablar con Él, y sentir que me escucha y que me responde. Y me gusta ver su mano invisible en muchas de las cosas que me pasan. Me gusta aprender a fundamentar mis creencias y fortalecer mi fe. Me duele enormemente que mi fe no sea tan fuerte como lo era antes. Me duele cuando veo que no hago las cosas como debería según mi credo, y pido perdón a Dios, y luego las cosas van bien, porque siento que Él me está dando mucho más de lo que yo le doy a él. Me duele que la gente trate de hacerme abandonar mis creencias con argumentos que ellos consideran lógicos... pero Dios está por encima de la lógica... cuando tratas de verter el contenido de un pantano en un vaso de agua, el agua lo desborda, y de ese mismo modo Dios desborda nuestra inteligencia. Me gusta pensar que Dios está ahí arriba, y que nos mira a todos con ojos de padre, y que tendrá misericordia de nosotros por hacer las cosas tan mal.

Me gusta todo lo antiguo, especialmente lo medieval. Es una pasión que tengo. Me encantan los pergaminos y los códices. Me encantan los retablos. Me encantan los edificios antiguos, los monasterios y catedrales. Me encantan las armas medievales, especialmente las alabardas. Me encantan las armaduras y escudos.

Me gusta la magia, o lo que lo parece. Me encantan los trucos de los ilusionistas. Disfruto en casa, inventando las palabras que componen los conjuros que saco de los libros de rol o de mi imaginación, inventando los gestos que hay que hacer para lanzarlos, y practicándolos todo junto frente al espejo o a un cristal.

Me gusta la simetría. Me hizo mucha grqacia cuando la profe de Artística lo asoció a que soy un tipo conservador, y luego dedujo que sería un buen partido para una mujer porque soy "de esos tipos que se casan paratoda la vida y no tienen intención de separarse nunca".

Me gusta que me elogien y que me digan lo genial que soy a veces. Me encanta ver cuales son mis puntos fuertes, del mismo modo que me gusta saber los débiles. Sin embargo, me resulta súmamente molesto que me hagan la pelota, porque considero que en realidad es una forma de desprestigiar mis méritos.

Me gusta pasar tiempo con mi madre, reirme con ella, hablar con ella, ayudaarla cuando lo necesita, que ella me ayude cuando lo necesito. Me encanta cuando nos enfrascamos en una conversación ilógica, sin pies ni cabeza, que acaba en medio de ningúna parte. Me duele no decirla más a menudo que la quiero y darla un abrazo... Debo poner remedio a esta situación.
Me gusta la limpieza, hasta un punto obsesivo.

Me gusta la perfección, hasta un punto aún más obsesivo. Me resulta incómodo sacar sobresaliente y no matrícula. Me molesta sacar notable en vez de sobresaliente. Destesto sacar un aprobado en vez de un notable. Detesto cuando Word me saca fallos ortográficos que no existen, y tener que darle a "Agregar al diccionario" o "Omitir una vez" para no ver las líneas rojas bajo las palabras, ni la x sobre el librito de abajo.

Me gusta superarme a mí mismo.

Me gusta hacer cosas personalmente y artesanalmente.

Me gusta escribir listas.

Me gustan muchas cosas más.

Me gusta que leais mi blog.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Grimoires.

Cuando un mago ha progresado ampliamente en el dominio de la técnica arcana, decide recoger su sabiduría en un grimorio. Ahí reune todo su conocimiento, no solo sobre los hechizos que el mismo ha inventado, sino sobre distintas consideraciones sobre los conjuros de otros arcanistas, sobre los distintos trucos para organizar el maremágnum de cachivaches que acumula en su torre, sobre como protegerse de los enemigos o sobre dónde hospedarse en los viajes largos. Es como una especie de portfolio de toda su vida, un manual para recordar aquellos detalles pequeños que tan difíciles son de recordar o aquellas consideraciones que se tienden a pasar por alto.
En parte, este lugar dentro de la red de redes es como un capítulo de ese grimorio personal de DM. Me ayudará a recordar cosas y me ayudará a superar otras, y a recordar como las superé para poder volver a enfrentarme a esos problemas si vuelven a aparecer. A recordar lo que fue y lo que me hubiera gustado que fuera. Ayudará a no olvidar (Don't you... forget about me... don't, don't, don't, don't; como decía la canción).
*Sigh* Ahora que digo de canciones, me ha venido a la mente el otro día... el martes, creo. El miércoles había examen de Bases Psicológicas, pero era incapaz de concentrarme en la materia del examen (las razones, por el momento, me las guardo). Y mientras cenaba, encendí el ordenador y decidí poner música. La primera vez en toda mi vida que he necesitado escuchar música para poder seguir adelante. No me equivocaba cuando dije que la música es magia tejida en forma de sonido... creo que la entrada se llamaba "Music.". Pero sí, lo necesité. Y la verdad es que ví como iba cambiando mi estado de ánimo a una velocidad enorme. Para los interesados, empecé por "The misery", de Sonata Arctica, y la verdad es que me hundió más aún.



Luego pasé a "Crash", de Matt Willis, y empecé a animarme algo.



"Living on a prayer" de Bon Jovi también ayudó bastante (oh~! We're half way there!)



Y juraría que ninguna más... Recuerdo que quería haber puesto... ah, sí, también escuché "A man for all seasons" de Robbie Williams (Queen and country safe and sound, with villians six feet underground, and no one knows, 'cos no one's found any trace of a man for all seasons, loves them and leaves them alone, so alone).



La que quería haber escuchado pero no me dio tiempo fue "Still alive", de Lisa Miskovsky.



En cualquier caso, me animó el conjunto y fui capaz de seguir estuciando con la cabeza un poco más centrada. Y salió bien el exámen, las cosas como son. He puesto los videos que uso para escuchar esas canciones, porque a mi parecer, es necesario un apoyo visual que realce el mensaje.
Y no sé que más... grimorios... a veces hace falta un empujón para empezar a escribirlos.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Castles.

Un caminante viajaba por un gran reino, vasto como solo la mente puede concebir. En el reino había decenas de nobles, unos con más poder que otros, otros de más rancio abolengo que unos. El caminante los conocía a todos, en mayor o menor medida, y con frecuencia les pedía cobijo en las noches frias y oscuras. Las puertas de los grandes señores siempre estaban abiertas, pero a veces, el caminante, en su orgullo, se convencía a si mismo de que estaban cerradas cuando los señores no iban a recibirle y abrian las puertas de par en par. Muchas veces estaban entrecerradas, y el caminante, soberbio, se negaba a comprobar de cerca que realmente estaban abiertas. Hasta que un día, el caminante decidió que la amistad con aquellos nobles valía más que su orgullo.

Estaba la señora del fuego, la princesa carmesí, siempre sonrojada y llena de alegría. Era una mujer joven pero sabia y tremendamente inteligente. Siempre sabía aconsejar bien al caminante, incluso en las situaciones más complejas, y le acogía siempre, por muy manchado de barro que estuviese. Conocía decenas de idiomas, y había quien decía que podía hablar con las propias aves. Su castillo era grande, lleno de vida y de personas de todos los puntos del reino, y tenía unas puertas enormes. El único problema es que estaba en una zona muy lejana del corazón del reino, donde la gente hablaba también extaños e incomprensibles dialectos de la lengua común. Era como una hermana pequeña para el caminante.

También estaba la dama del agua, la princesa del hielo, tímida y enigmática. Era la más joven de toda la nobleza. Vivía en una torre de cristal y hielo, cuyas puertas a veces costaba abrir por completo a causa de la escarcha de la zona; la misma escarcha que distorsionaba su delicado reflejo en los espejos, impidiéndola ver sus muchas cualidades. En su torre solo entraban unos pocos afortunados, aquellos que ella estimaba dignos de su confianza. El caminante gustaba de visitarla, porque ella siempre estaba dispuesta a hablar con él, tanto de cosas triviales como de temas profundos, llenos de retórica. Era como una hija para el caminante.

Había otro poderoso noble, el señor de la tierra, el caballero de acero, fuerte y carismático. Era uno de los nobles más antiguos, y como el caminante, disfrutaba hablando en lengua culta, hasta el punto de compartir tutor de dicho idioma. Era astuto y tenía gran fortaleza, tanto física como mental. Vivía en una fortaleza cuya mayor estancia era un gran salón, rebosante de personas que acudían a visitar al señor, ya que era un hombre amable y simpático. Su fortaleza estaba en un risco, lo que dificultaba algo el visitarlo, pero el noble bajaba con frecuencia a las llanuras sobre las que gobernaba, para intercambiar opiniones con las gentes, entre ellos, el caminante, cuando éste no encontraba fuerzas para llegar al gran salón.

Algo más lejos estaba la dama del bosque, la maestra de la sabia, en el bosque denso y fértil que era su hogar. Siempre sonriente y siempre amable; siempre dispuesta a llevar la alegría consigo, el caminante disfrutaba hablando con ella por ese motivo. Al caminante también le gustaba su forma de ver las cosas, realista y crítica a la vez. En el bosque se reunían todo tipo de personas para hablar con ella, y era muy querida en sus dominios.

En lugares también remotos estaban la señora de la energía y la dama de sangre, recientes incorporaciones a la alta nobleza. La dama de sangre vivía en una aristocrática y decadente mansión, que el caminante no podía visitar muy a menudo, pero cuando lo hacía, disfrutaba hablando con ella y confesándole las penas de su corazón. Al caminante, la dama de la energía le recordaba a sí mismo, y con ella compartía muchas aficiones sobre las que hablaban de forma animada.

Otro gran noble era el señor del viento, en su flotante y humeante fortaleza mecánica. El caminante se sentía triste, porque aunque la fortaleza siempre flotaba cerca de donde se encontraba, le resultaba difícil encontrar el modo de subir a ella, o se veía demasiado ocupado como para hacerlo. No obstante, el señor del viento lo comprendía, y solo le exigía un mínimo de visitas, como la primera visita del año.

Y también estaban los nobles en ascenso, figuras nuevas en el panorama, o figuras que no habían tenido mucha importancia hasta hace poco, por sus dominios más reducidos. Estaba, por ejemplo, el señor de la mente, siempre alocado e inmerso en cuestiones filosóficas.

Pero lo que en realidad quería el caminante con sus visitas era quemar los castillos de todos... ¡Naaaaaaaahhhhhhh! ¡Es broma!

Solo buscaba los planos para construirse una habitación permanente en todos sus castillos. =P

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Bipolar.

Uno se pregunta si realmente tiene problemas mentales serios cuando pasa de pensar una cosa a pensar la opuesta de un día a otro, para volver en cuestión de horas a la primera idea, todo ello acompañado por auntentica convicción en todos los momentos. Y es que, claro, a mi no me parece normal, especialmente por el hecho de que aun cuando estoy en uno de esos dos extremos opuestos, comprendo por que antes pensaba lo otro. Supongo que es algo dificil de explicar sin determinar qué es exactamente de qué estoy hablando. Así que vamos, esto me dejará más tranquilo o en su defecto será mi propio ataud, tumba y lápida.
Como se puede apreciar por la últimas entradas de este blog, o simplemente por mi expresión facial de estas últimas semanas, no estoy pasando una buena racha. Bueno, estoy o estaba, no sé con certeza cual de los dos tiempos verbales usar, puesto que no sé si la situación está resuelta en mi mente o no. Ahhhhhh... Bueno, hablando claramente, la causa de mi pésimo estado de ánimo se debia a mi percepción de la relación con aquellas personas, con aquellos amigos con los que más confianza tengo. Sé que va a sonar egoista, puesto que lo es, pero en verdad sentía que no me prestaban la atención que me merecía. "Tú te preocupas por ellos día a día, te preguntas si les habrá pasado algo malo, si están sufriendo o si están agobiados. Luego a lo mejor no lo expresas o no lo haces de la forma adecuada, pero te preocupas por ellos, Diego. Pero ellos ¿se preocupan por tí?" Claro, la primera respuesta que me dí fue un "no". Hacía tiempo que no hablaba (entendiendo hablar como el hecho de tener una conversación relativamente coherente y personal, no meras trivialidades) con ellos y ellas. Y eso me sumía en un auténtico lodazal de amargura. Me sentía realmente indignado también por el hecho de que, al menos en mi memoria, todas las conversaciones las tuviera que iniciar yo, salvo escasas excepciones.
Pero afortunadamente, una personita me hizo reflexionar. Yo era ya consciente de que la época en la que nos encontramos es una época de mucho trabajar y estudiar, pero no lo vi factible hasta que hablé con esa persona. Empecé a plantearme que tal vez me estuviera volviendo paranoico, que seguramente la gente también se preocupara por mí, aunque luego no lo expresara, como en ocasiones hago yo. Y empecé a salir del pantano. Hablé, o intenté hablar (porque no siempre que uno habla es conestado), en mayor o menor cantidad con varias personas que para mí son importantes. Y me convencí de que realmente estaba todo en mi mente, y que en realidad estaba exigiendo un imposible al demandar tanta atención y tan explicita.
Pero ayer, por distintos motivos, volví a plantearme si realmente las cosas eran como me había convencido de que eran. "no soy nadie para muchos de ellos", me dije. "Soy como un vagabundo que mendiga los restos de confianza, de tiempo y de amistad que les quedan después de atender a quienes realmente les importan. Para ellos no soy más que un entretenimiento para cuando los demás falten." Y sé que puede sonar duro, pero realmente lo veía así. Y digo veía, a pesar de que una parte de mí sigue pensando que eso es lo que ocurre.
Y hoy, al levantarme, ¡plas! No veía nada de ello factible. Una vez más, me dije "Está todo en tu cabeza. Sí que les importas. Puede que no seas el primero en la lista de confianza, pero estoy seguro de que realmente estás alto en el ranking. Ya te lo han demostrado muchas veces. Hace tiempo, sí, pero también hace poco. Lo que pasa es que no lo recuerdas, o lo olvidas voluntariamente para darte la razón y quedar como el único bueno de la película. Si no les importaras, no hablarían contigo. Si no les importaras, no te habrían confiado nunca sus sentimientos. Si no les importaras, se limitarían a darte una conversación sin profundidad." Y claro, esos argumentos no los puedo rebatir... a menos que considere que todos los que me rodean son estupendos actores. Pero en el fondo, necesito creer que les importo. Una parte de mí lo sabe.
Pero aun así, si me veis, en persona o en internet, por favor, habladme. Lo dije una vez: "Esos 5 minutitos de conversación me dan la vida". Necesitos esos 5 minutos. Necesito vivir, se lo debo a mucha gente.

martes, 9 de noviembre de 2010

Let us in.

A-Si se resisten a que entremos, entonces derribaremos sus murallas. Les demostraremos que no deben cerrarse a nosotros.
B-Pero pensarán que nuestras intenciones son hostiles.
A-Cuando estemos dentro, se darán cuenta de que no lo son.
B-Pero eso es peligroso. Las murallas podrían venirse abajo y aplastarnos. Por no hablar de que su confianza en nosotros quedaría dañada, y con razón.
A-Me da igual. Comprenderán como nos sentimos o moriremos en el intento. Diego no deja las cosas a medias.
B-Tal vez bastaría con que llamáramos a la puerta y pidiéramos que nos dejen entrar.
A-No seas ingenuo. Nadie abre la puerta a los locos y los mendigos como nosotros.
B-Hay gente buena ahí fuera. Y la gente de la que nos rodeamos es buena.
A-Yo... No quiero pasar el invierno en la calle. Eso es todo.
B-Te entiendo. Yo tampoco quiero morir de frío. Pero hay que tener esperanza. La hostilidad nunca resolverá los problemas. Solo los agravará.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Death magic.

No me convence la idea de poner dos palabras en el título; nunca antes lo había hecho aquí. Pero bueno, era necesario. Me acordé de las zonas de magia muerta y me pareció muy orientativo.
Cuando un mago entra en una zona de magia muerta, su poder se anula por completo. Mejor dicho, su energía (incluida su propia vitalidad) se anula por completo. Es como un desagüe por el cual se escapa el maná y la fuerza vital a un ritmo vertiginoso.
Llevo un ya unos días sintiendome así: drenado. Pero no solo drenado, sino con la sensación de que va a ser difícil recuperarse. No es solo una abrumadora dificultad para sentir alegría, sino también una enorme facilidad para que la situación me supere y me vea impotente y con ganas de romper a llorar. Soy consciente de que a otros les parecerían nimiedades, pero últimamente, un pequeño imprevisto o una situación mínimamente molesta o preocupante me resulta realmente tormentosa.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Humiliation.

Es complejo de explicar.
En ocasiones, no tengo ningún problema para ponerme en evidencia, o hacer cosas realmente estúpidas, delante de gente que conozco bien. Supongo que me digo a mí mismo que si voy con la intención de humillarme, técnicamente no será humillante en absoluto, puesto que ese era mi objetivo.
Pero si la situación que me hace quedar mal no ha sido previamente diseñada en mi mente, el dolor emocional que me causa es insoportable. A nadie le gusta ser humillado, o que le haga de menos otra persona.
Es horrible. Tengo clavadas en mi memoria y en mi corazon todas esas situaciones que a lo largo de la vida me han ido ocurriendo, desde que estaba en Educación Infantil hasta el día de hoy. Y es verdaderamente doloroso. Es posible que alguna vez, si tenéis suerte, me escucheis pegar un grito y grabar una mueca retorcida en mi rostro sin motivo aparente. Eso es que he recordado uno de esos pequeños traumas.
A nadie le gusta parecer un idiota a ojos de la gente que le importa. Y creo que yo lo aparento con demasiada frecuencia.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Learning.

Me encantaría aprender a hablar en latín. La lengua del medievo, de los monasterios y las primeras universidades. La lengua del Imperio Romano y del derecho. Es tan arcana y elitista que da sensación de poder con solo pronunciar unas pocas palabras.

Me encantaría aprender a tocar el piano o el órgano. Pocos instrumentos hay tan imponentes como el órgano, o tan refinados como el piano. Pocos instrumentos pueden ser tocados a la vez por dos personas.

Me encantaría aprender a bailar balls o tango. El primero por lo elegante y decadentista que es, el segundo por lo espectacular y pasional que es.

Me encantaría aprender kendo o esgrima, independientemente de si es moderna o antigua. El kendo es energético. El esgrima moderna es sutil. El esgrima antigua es poderosa. Pero todas ellas son una forma más de arte.

Me encantaría aprender a cantar bien, sobre todo si pudiera cantar en un coro.

Me encantaría aprender a ser un buen maestro. Me encantaría aprender a escuchar más a la gente. Me encantaría aprender a ser mejor amigo. Me encantaría aprender a tener más fe.

Me encantaría aprender. Es cuestión de sacar tiempo y ganas.

Me encantaría aprender a tener tiempo y ganas.

Happyness.*

Me doy vergüenza por haberlo escrito con "y" en las etiquetas de anteriores entradas, así que, con permiso, voy a hacer las correcciones oportunas.
Un futuro maestro de Inglés que se precie no puede permitirse estos errores.

People.

"Things don't make people happy.
People make people happy."

Siempre hay alguien que consigue animarme, aunque no siempre sea la misma persona. Pero lo importante es que tengo un grupito de personas que tienen el don místico de devolverme la sonrisa. Es algo auténticamente mágico cuando se está deprimido y viene alguien a sacarte de ese pozo de oscuridad. Da fuerzas, rejuvenece, eleva el espíritu. Parece simple, pero es una auténtica demostración de poder y empatia que no todos somos capaces de alcanzar.

La felicidad depende en gran medida de la relación que tengamos con la gente que hay a nuestro alrededor, no de las cosas que nos pertenezcan. Prefiero 5 minutos de conversación trascendental, o de discusión filosófica, o de charla sobre lo que nos acontece en la vida antes que un ordenador nuevo, un i-phone o un coche. Dirán ustedes que no me lo creo ni yo, pero la verdad es que sí me lo creo. El ordenador nuevo sería un auténtico engorro para ser instalado, el i-phone no sabría ni por dónde cogerlo y el cohe, seguramente, tampoco. Pero esos 5 minutitos de diálogo... me dan la vida, hijos míos; me dan la vida.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Cleric.

Casi siempre (si no siempre) que he jugado una partida de rol, he jugado un healer. Incluso cuando no hay healers en el sentido estricto de la expresión.
-Unnamed personaje: Mi primer personaje. Clérigo mago.
-Nilas Arcanister: Mi primer personaje de diseño completo. Clérigo.
-Zacariel Arcanister: Mi primer personaje optimizado. Bardo, evangelizador, cargado de conjuros de sanación.
-Irineo: Mi primer personaje de Vampiro. La oveja negra. Aasamita.
-Walter Preston: El primer vampiro bien diseñado. Tremere. Biomédico.
-Lázár: El primer vampiro con clan de manual de narrador. Salubri. Fraile.
-Paladinus McPaladio: Usado como personaje del Master, pero todavía no usado como PJ. Paladín. Especializado en protección y sanación.

Casi siempre healer. Healer con misión secundaria de defensor. Y si seguimos la corriente psicológica de Manolo (leches, que dolor tener que mencionarle en mi blog) es lo que yo me considero, lo que soy o lo que querría ser. Supongo que en parte sí. Por alguna razón, me siento realizado cuando la gente viene a contarme lo mal que les trata la vida, o lo bien que les va todo, o lo difícil que es tomar una determinada decisión, y yo, los escucho y luego les trato de aconsejar.
Se me da mejor escuchar que hablar. Fundamentalmente porque cuando hablo, tiendo a hablar de mí. Y no es que mi vida sea demasiado apasionante.

By the way, I'm feeling Maxwell today.

viernes, 29 de octubre de 2010

Change.

Solo quería dejar constancia de como ha cambiado el estilo de este, mi blog personal, desde que lo empecé hasta hoy.
Al principio parecía que sufría paranoia, metiendo contínuamente la palabra magia por todos lados. Luego se fue "normalizando". Y no sé, pero tal vez haya que recuperar el estilo metafísico y metamágico que lo caracterizó en inicio.
Fundamentalmente porque no me gusta estár en la franja de los normal. Lo normal es lo aceptado, pero también lo mediocre. Y no me gusta la mediocridad, independientemente de que pisiblemente esté incluido en el conjunto de personas mediocres para mucha gente.
Y bueno, aparte de eso... me gusta demasiado destacar y llamar la atencion de los que me rodean como para ser normal y no llamar la atención.

Thursday.

Si. Ayer empezó bien. Clavé ese examen de historia que me preocupaba. Enrique II, la Carta Magna , las Provisiones de Oxford y las consecuencias de la Guerra de los Cien Años. No me atreví a ponerme un 9,5 o un 9 en la autovaloración del examen, porque aunque estuviera seguro de que no me faltaba nada, me parece que hubiera sido un tanto arrogante. Al final me adjudiqué un 8,5. El 10 para Dios y el 9 para mí, decía el profesor de una amiga (o eso asegura ella).
Luego vino la reunión para repartir las prácticas en colegios. Me tocó el colegio que quería, pero en infantil, de modo que solo impartimos 4 horas de inglés a la semana. Claro, me pareció un poco penoso. A lo mejor una profe me apaña las cosas para que pueda estar el segundo mes con una profe de primaria (recemos por ello). Aunque claro, luego, algo me dice que las profesoras del colegio me guardarán rencor por ello. Supongo que la de infantil se lo tomará como que no me gusta su forma de dar clase. Pero bueno, todo se andará.
Luego degusté un nuevo capítulo del manga de Bleach, un tanto penosete, a mi parecer. pero oye, a lo mejor luego evoluciona de forma correcta y se convierte en algo interesante.
Y bueno, la tarde movidita. Había que comprar complementos para disfrazarse por la noche, había que tratar de organizar a los americanos... Bueno, lo de los complementos bien (aunque faltó la pistola, pero bueno, lo puedo pasar). Lo que me da de pensar son los americanos. Creo que no había hablado de dos incorporaciones más recientes: Nick, un chaval ingenioso, que lidera conmigo una revolución contra la ambigüedad y hace puenting desde la catedral; y Alison, una chica muy simpática (y muy guapa ella, todo sea dicho). Bueno, la cuestión es que pedí que se propagara la intención de salir por la noche entre el sector Michigan, pero a la hora de quedar, solo había un chaval, Brendan (no sé si lo había mencionado). Y a los 20 minutos, dice que va a buscar al resto, y vuelve con dos chicas americanas más y la mitad de mi clase (todos ellos luciendo sendos monos de trabajo con sangre de pega). Y no sé que pensar. Tal vez no le caiga bien al sector americano. O no tan bien como pensaba. Y los desengaños sociales no suelo tomármelos bien...
Pero bueno, ahí estuve, con un flamante traje, corbata roja, gafas, el pelo teñido de gris canoso (recogido con un lazo amarillo, muy elegante todo) y una bata llena de sangre (para hacer juego con la corbata. El hecho de que medio burgos estuviera disfrazado y el llvar conmigo a un zombie con traje de ejecutivo (Mr. Lezcano) y una... nosequé lolita (vamos, Andrea con un vestido blanco de lolita, pero lleno de sangre) ayudó a no sentirme extraño enormemente (aunque después de salir como Mayuri el año pasado, estoy entrenado para estas contingencias).
Veremos. Veremos como se desarrollan las cosas estos días...
Oh, casi se me olvidaba que estuve a punto de perder la cartera... Pero esa es una historia para contar directamente, a ser posible en persona o por teléfono.

viernes, 8 de octubre de 2010

Guilt.

Sigh.
Me he perdido media clase de Bases Psicológicas de la Educación por ir a pedir el justificante de que no tengo antecedentes penales. Lo necesito porque quiero echar la solicitud de un mes de prácticas en Londres. Y eso que ni siquiera se si iré (fundamentalmente porque no me veo capaz de valerme por mí mismo un mes).
Y luego me he perdido media clase de Literatura Inglesa porque Pernas me llamó para ver si salía un poco antes y así hablábamos algo.
Y me siento bastante culpable por lo último. Por lo primero no, porque firmé en la hoja de asistencia, y avancé en el trabajo como si no hubiera perdido nada de tiempo, y porque me quedé preguntando dudas a la profesora (que es la forma sutil de hacer la pelota: hacer que te interesas por la asingnatura, aunque en realidad, me interesa, no es fingimiento). Pero en Literatura... no he firmado en la hoja, no sé que habrán hecho en el tiempo que he perdido... Sigh, esperemos que las cosas salgan bien.

Americans.

Pues resulta que ayer salimos por la noche con unos estudiantes de Michigan (algo me dice que no lo he escrito bien). Muy simpáticos todos ellos, la verdad. Fue estupendo poder hablar algo de inglés con alguien que es nativo, y que te corrija, y que ellos hablen en español y tu les corrijas, y así todos mejoramos. Y bueno, fue estupendo conocer a gente nueva.
Vamos a ver si recuerdo los nombres: Holly (una chica muy simpática, que sabe que el "papaya americana" se baila al estilo "robot"), Elizabeth (una chica que también es muy simpática, y con unas ganas de fiesta exageradas), Mikey (no estoy seguro del nombre auténtico, pero todos le llamamos así. La gente dice que es mi doble, que tiene pinta de friky), Ashley (dice que su novio es idiota. Es muy simpática, y me enseñó a distinguir a los judíos del zumo (jews y juice)), Stephanie (esa es una chica muy tímida, que apenas habló en toda la noche), Dean (tardé un rato en entenderle bien su nombre, porque pensaba que decía "Tim". Está leyendo un libro para hacer huertas... sigh). Luego están las personas con las que hablé menos: Michelle, Brandon, una chica que se llama Marissa y un chico de cuyo nombre no me acuerdo.
Estuvo bien la noche. La verdad. Todos eran muy simpáticos. El jueves que viene repetimos.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Justice.

Supongamos que usted, yo y otra persona más planeamos ir una tarde al cine, a ver una película "random" (y digo a ver una película, no a nada más, que yo soy un tipo formal).
Supongamos que compramos las entradas (cada uno la suya) un rato antes de que empiece la película.
Supongamos que usted se ofrece a guardar las entradas.
Supongamos que luego, pero antes de que empiece la película, nos enfadamos por cualquier tontada.
Supongamos que, yo decido irme a mi casa.
Supongamos que usted se encuentra con un amigo o amiga suya y decide darle mi entrada, alegando que antes de que se pierda el dinero que yo pagué, es mejor que lo aproveche otro.
Supongamos que luego, nos reconciliamos usted y yo.
Y supongamos que yo decido pedir el dinero de mi entrada de vuelta.

Partamos del punto en el que, una vez que uno compra una entrada, el cine no te devuelve el dinero.
- Sería una desfachatez por mi parte exigir el dinero de vuelta, cuando el que ha decidido no ir al cine he sido yo, ¿no? Al fin y al cabo, podría haber ido y no haber hablado con usted en toda la película, o haberme puesto al lado de la persona que nos acompañaba.
- Si tuvieramos que culpar a alguien que no fuera yo, me vería en la obligación de culparle a usted, que es la persona que ha provocado el enfado que me condicionó para no ir al cine. Y aun así, tampoco tendría mucho sentido exigirle dinero a usted.
- Si tuviera que exigir el dinero a alguien que no sea ni usted ni yo, sería, evidentemente, a la persona que se benefició de mi entrada. Porque claro, yo podría haber cogido mi entrada (si la hubiera llevado encima) y haberla destrozado. O haberla vendido. O habermela comido, solo por orgullo propio de decir "Esto es mio".
- Claro, el pobre invitado, podría alegar que no sabía de donde salía el dinero, y que pensaba que era una invitación sin trampa. Entonces, creo que dicha persona tendría derecho a exigirle a usted, persona que le metió en todo este lío, que pagara.
- Pero por encima de todo esto, lo que me parecería una desfachatez absoluta es que, bien yo, bien usted, bien el invitado, se atreviera a exigir al pobre acompañante del principio (sí, si, ese tipo que apenas ha sido mencionado, que iba con usted y conmigo al cine, pero que al final acabó llendo con usted y con el invitado) que pagase parte del dinero de mi entrada. Que el pobre no ha tenido beneficio ni culpa.

Pues bien, les diré la verdad. No soy el tipo que se cabreó y no fue al cine (que no es un cine, que es otro lugar en realidad). No soy el tipo que invitó a otro a venir de gratis. No fui tampoco el convidado a pagar menos. Fui el tipo que no pintó nada en todo esto. El que pagó su entrada por completo y fue a ver la película. El que no se enteró de que el convidado iba de gratis hasta que estaban poniendo los anuncios de antes de la película. Y lo siento, pero no pienso dar ni un solo céntimo. Que pague quien tuvo la culpa o quien salió ganando. Yo no.

viernes, 1 de octubre de 2010

Selfishness.

Tendría poco sentido hablar de egoismo en la entrada anterior sin hablar de mi visión del egoismo.
A mi modo de ver, un ser humano no puede hacer una acción no egoista, pero no por eso es alguien perverso. Todo depende del tipo de recompensa o beneficio que recibe el que hace una acción.
Supongamos que yo le dejase los apuntes de una asignatura a un compañero de clase con el objetivo de que él me dejara los apuntes de otra asignatura, o con el objetivo de que me diera en pago algo, de modo que si no lo hiciera, yo dejaría de pasarle apuntes o incluso de hablarle. Eso sería una acción gravemente egoista.
Supongamos que yo hago lo mismo que antes, pero con la diferencia de que yo anticipo la posibilidad de que no me deje los apuntes y, aun así, yo le doy los mios. Suponiendo que, en caso de que no me dejara sus apuntes, yo le seguiría hablando y no le guardaría un rencor profundo (podría estar levevemente resentido por considerar que no hay un beneficio igualado, eso sí), sería una acción moderadamente egoista.
Supongamos que le hago un regalo a un amigo, teniendo en mente la posibilidad de que él me haga otro regalo más adelante, pero sin que ese sea el motivo de mi regalo, sino que el principal motivo sería el de verle feliz. De ese modo, yo sería feliz, viendo su alegría. Esa sería una acción levemente egoista.
Y supongamos que ahora, yo ayudo a alguien que no me cae particualrmente bien (pero tampoco mal, que no soy ningún santo) y lo hago con la única motivación de pensar que, al final de mi vida o tal vez antes, Dios me recompensará de algún modo. Al no tener la seguridad de que eso sucederá, considero que sería una acción mínimamente egoista.

De este modo, cuanto menos tangible sea la recompensa, cuanto menos sea la probabilidad de recibir la recompensa y cuantas más personas se beneficien de tu acción, menor será el egoismo. Pero siempre será egoista, porque en el final de la cadena de causalidad, estará la necesidad de atraer atención, de ganar amistades, de complacer a quienes te importan, de ganar la vida eterna, de recibir un favor, etcétera. Y en el fondo, si recibimos beneficio, es que lo hacemos por egoismo.

Humanity.

Supongo que ser humano no es malo del todo, y sin embargo, no puedo dejar de sentir un cierto desprecio por todos los humanos en general, yo mismo incluido. No tiene que ver con nadie o nada en concreto, es simplemente lo que implica la humanidad.
Ser humano implica un gran egoismo e insolidaridad. En el fondo, el humano común no piensa en nada salvo en sí mismo, bien sea de forma directa o indirecta. Pero lo peor es que es súmamente autocomplaciente. Dale un trabajo fijo con buen sueldo y una famila estable y dejará toda ambición para sumirse en el hedonismo de su genial situación.
No. Solo hay cuatro tipos de humanos que merecen la pena: los héroes, los santos, los genios y los muertos. Los héroes nunca se conforman y siempre aspiran a más para sí mismos y para los suyos, los santos abandonan el egoismo y se sacrifican para entregarse a los demás, los genios no se conforman con lo que hay y buscan revolucionar el mundo para ayudar a los demás. Y los muertos... los muertos no aspiran a más, pero no hacen daño. Los muertos ya han hecho las paces con el Creador.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Journey.

Los viajes son muy instructivos. Le enseñan a uno nuevas formas de ver la realidad. Uno gana nuevos conocimientos, nuevos contactos... Ciertamente son enriquecedores.
Pero no hay nada que no tenga un reverso. Por norma general son caros (si no lo es el viaje en sí, lo es la estancia). También te impide ver a la gente que quieres durante su duración, a menos que te los lleves contigo. En ocasiones llevan su tiempo (a menos que uses un portal de teletranspote, en cuyo caso, estarás arriesgándote a la llamada "bipartición"). Y en casos como el mío, implican inseguridad.
¿Ir a Londres a hacer un mes de prácticas en colegios? ¿Qué comería? No puedo vivir exclusivamente de pasta y precocinados. Y luego están problemas que podrían surgir con la familia que me alojase (por las largas duraciones de mis duchas, abusar de la lavadora o demás cosillas).

jueves, 23 de septiembre de 2010

Happiness.

Todo mago imprime una resonancia en sus conjuros. La magia responde a la personalidad y a las emociones, eso es algo conocido. Pues bien, si me diera por lanzar un hechizo elegante, os aseguro que llevaría consigo colores brillantes.
No puedo decir por qué exactamente. Las cosas van bien. Falta gente junto, sí, pero sigue estando junto a mí en mi mi mente y en mi corazón. Y con la gente que sigue aquí, creo que las cosas van mejor que de costumbre.
Estoy lleno de energía. Si no fuera por la vagancia, me vería capaz de hacer cualquier cosa. Tal vez la venza y me de por conquistar el mundo. O tal vez me dé solo por esforzarme con la carrera. Pero algo haré, sí; creedme.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Invisibility.

Uno de los conjuros más apreciados por los magos de todos los tiempos, por su enormes y variadas posibilidades es el conjuro de invisibilidad. Te permite ocultarte del peligro o convertirte en alguien más peligroso, si prefieres jugar a la ofensiva. Te permite infiltrarte en los sitios, obtener información...

Pero muchos pasan por alto una de sus más dañinas aplicaciones: hacer invisible a otro. Es una forma de aislarlo estupenda. Y realmente molesta. Y triste, para el que la recibe. A veces creo que alguien usa esa táctica contra mí. En verdad, muchas veces veo como la gente no se da cuenta de que, en esa esquinita apartada, hay chaval alto con el pelo largo (que por si no caeis, soy yo, claro está). Y a veces viene bien, por eso de que, como dije, obtienes información, o evitas que alguien venga a molestarte. Pero muchas otras veces, realmente es algo que puede hundirte en la miseria durante un tiempo, hasta que alguien atraviesa el velo reflectante.

Music.

La música es energía. La magia es energía. La música es magia.

Puede (y debe) resultar un tanto extraño que yo diga esto, por eso de que apenas escucho música, y la poca que escucho es por los AMV's de YouTube. Pero uno debe admitir la verdad. No puedo evitar senti un cosquilleo por todo el cuerpo cuando escucho alguna canción que me gusta, o alguna canción que me va a gustar. Puede que no alcance a distinguir los acordes o los instrumentos. Puede que no alcance a entender toda la letra (generalmente, en las canciones Inglés, pero a veces también con las que están en Español). Pero noto la energía. Noto el poder de la melodía. Noto como el ritmo fluye en mí. Noto como cambia mi ánimo. Sobre todo con el Caramelldansen. *sigh*

Supongo que en el fondo no soy tan distinto al resto de la gente en ese aspecto.

Maxwell.

Líder de la Sección XIII de las Fuerzas especiales del Vaticano, Enrico Maxwell.


Un tipo elegante donde los haya, la verdad. Tan elegante que fue por imitarle el estilo por lo que empecé a dejarme el pelo largo. Me recordaba a mí, supongo. Me recuerda a mí todavía, de hecho. Empezó a recordarme a mí a partir del momento de su muerte. En ese momento, el autor de Hellsing decidió incluir un flashback en el cual, un Enrico de poco más de 10 años se dirige a su mentor Alexander Anderson (que posteriormente se convertiría en su subordinado) y le dice: "Quiero convertirme en alguien importante, alguien a quien la gente no pueda despreciar ni infravalorar". ¿Cuántas veces habré dicho yo eso? Muchas, me temo. Muchísimas.

Ser importante. No, me temo que no lo soy. Y la verdad es que debo admitir que me gustaría. No me refiero necesariamente a ser importante a gran escala. Me refiero a ser importante para una persona o un grupo de ellas, pero al máximo nivel. Me refiero a ser "el más" algo entre la gente que conozco. Pero nada. No soy el más friky (lo es Andrea), ni el que mejor interpreta sus personajes de rol (lo es Inés), ni el mejor cronista (lo es Sofía), ni el más simpático (lo es David), ni el que más sabe de Inglés (lo es Euge), ni el que más sabe de historia (Guille o Joaquin ponen el listón muy alto), ni el que saca mejores notas (lo es Sara), ni el que mejor baila (ese es Edu, sin discusión posible, he dicho). Tampoco creo que sea el mejor amigo de nadie. Y no es que me duela en exceso que sean mejores que yo. Es simplemente que... me gustaría destacar.

Ser el segundón (o tercerón, o vaya usted a saber cuan bajo puedo estar en algunas clasificaciones) es un pelín triste. Porque como dijo Maxwell, si no, la gente tiende a infravalorarte. Y uno queda en el olvido. Si no eres "el más" algo, la gente se olvida de tí. Y aun así, no hago nada por evitarlo. ¡Qué ironía!

sábado, 18 de septiembre de 2010

Magic.

Todos llevamos la magia en nuestras venas, en mayor o menor medida, de un tipo u otro. Magia no es solo chasquear los dedos y hacer que algo explote, mover cosas con la mente, curar heridas en cuestión de segundos o convertir el plomo en oro.

La magia también adquiere formas más sutiles. Se puede controlar el poder de dar fuerzas a aquellos que han perdido la esperanza de poder hacer nada, y en oposición a ello, se puede tener la capacidad de hundir la mente gente en el más oscuro y profundo de los pozos. Está el poder de dirigir ejércitos y naciones con arengas. El don de aturdir o de enamorar con unas pocas palabras. El poder de convertir un pedazo basto de madera o pierda en algo que parece estar a punto de cobrar vida. La capacidad de propagar la risa a quienes están cerca, haciendo que rueden por los suelos. La habilidad para mezclar hierbas, carnes y vegetales para conseguir una mezcla capaz de mejorar el estado de un enfermo.

Esas cosas también son magia. Magia más etérea e invisible que la magia arcana. Pero igualmente poderosa.

Towers.

Todo mago que se precie vive en una torre. Desde Elminster hasta Teclis, pasando por el Círculo de Magos de Ferelden o cualquier mago de los Reinos Olvidados, todos se pasan la vida en sus torres.

Esto, a simple vista puede verse como una epidemia de agorafobia que se expande entre aquellos con talento mágico, pero no. La razón es muy simple. Imagina tener en la punta de tus dedos el poder de segar centenares de vidas con un solo movimiento, el poder de crear cualquier cosa que te venga a la mente, el poder de parar el tiempo, rebobinarlo o adelantarlo. En definitiva, un poder capaz de destruir los cimientos de la humanidad.

No somos como "los malos" de videojuegos. Tenemos sentimientos (y afortunadamente, tenemos sentido común, porque: ¿De qué sirve dominar el mundo si en el proceso matas a todo el mundo?) "Aquel que no teme a su propia espada no es digno de blandirla". El poder no es algo que se pueda usar a la ligera. Hay que saber manejarlo para no dañar a la gente que quieres, para no dañar a los inocentes (puede que, incluso, para no dañar siquiera a nuestros enemigos).

Y es que la única forma de asegurar que el poder de tu magia no hace daño a quien no quieres es estudiarla. Es aprenderla. Es practicarla. Es manejarla. Es dominarla. Es por eso que el mago se encierra en su torre durante tanto tiempo.

El poder de nuestra magia nunca debe empañar nuestra mente. No debemos dejanos corromper por sus posibilidades. No debemos permitir que el ansia de más poder se apodere de nosotros y nos convierta en una bestia sin corazón. Y solo cuando sepamos dominar ese poder, podremos salir de nuestras torres, porque ya no seremos una amenaza nunca más.

Restart.

Volver a empezar, otra vez (8)

No, evidentemente no me refiero al curso universitario (ese empezó hace dos semanas, me temo). Me refiero a esta Torre de marfil donde la magia lo impregna todo.

Supongo que necesitaba algún lugar donde verter todos esos pensamientos, digresiones y paranoias que se me ocurren. Supongo que necesitaba darle una segunda oportunidad a lo de expresar mis inquietudes y mis sentimientos. No, sentimientos no, que nunca se sabe quién puede acabar leyendo estas cosas. Pero de lo que se trata es de poner por escrito todas esas consideraciones que se me ocurren sobre tantos temas a lo largo del día.

Pero no solo de pensamiento vive el hombre. También aprovecharé para colocar aquí mis paranoias favoritas. Lo cual implicará que vereis palabras como magia, multiverso, vampiro, etc. con bastante frecuencia. Pero yo creo que no os resultará tan horrible. Creo que hasta podría resultaros interesante.

Pero bueno, no adelantemos acontecimientos. Esto es como la vida misma, hay que tomársela con calma para disfrutarla al máximo.